Cuenta progresiva


1 día después

Ayer murió mi padre. Me meto en la cama de mi infancia y me envuelve como una boca. Me aprisiona entre la lengua y el paladar y siento el calor que me hacía falta, pues afuera hiela, hela, congela. ¿Será consecuencia de lo que me inyectó el doctor? Probablemente. En cuanto dejo caer la cabeza en la almohada las memorias llegan, algunas tan fugaces que no alcanzo a nombrarlas. Por eso saqué este viejo cuaderno. Por eso y porque era de papá. Las hojas anteriores están retacadas de fórmulas y ecuaciones, escritas con tal fuerza que pandean el papel como una ola. Podría leerlas en Braille con los dedos, sólo me faltaría ser actuaria para entender que dicen. Ayer murió, carajo. Recuerdo cuando llegaba de viaje en la madrugada y convertido en ninja entraba a mi cuarto para poner sorpresitas sobre el buró. Yo siempre lo cachaba por mi sueño ligero, pero no decía nada y me dejaba consentir. Una vez no lo vi entrar y al abrir los ojos vi un enano parado en la mesita, tenía un cuchillo en su bracito deforme levantado y estaba listo para matarme. A mí me paralizó el miedo y al enano lo paralizó mi parálisis y nos miramos congelados, hasta que el cuarto se aclaró a través del tragaluz y lo que encontré fue un peluche gigante de Scooby Doo. Tenía una gorra de los yankees y un bat de base en la mano.  Lloré el alivio y mucho después la alegría. Se convirtió en mi juguete favorito y hoy dormiré abrazándolo. Ay, como se rio mi padre con esa historia. Fueron miles de mañanas que entró cantando a mi cuarto “el sol/ salió por mi ventana…” y luego arréglate y a la escuela. Pegaba de gritos cuando salía tarde y después, en el camino, me pedía perdón y mil besos y ya no llores. Así era él: un instante de furia seguido de un oleaje de dulzura, que duraba hasta la siguiente furia y otra vez. Mi padre me amaba y ha muerto.

 

2 días después

Voy entendiendo porque mamá adora a los psiquiatras. Pasó el funeral y yo sobreviví. Al menos no me deshice en aullidos y rasguños. Suena drástico, pero podría pasar. ¡Vaya que lo sabemos!

Ahí estuvo Pit, tomando mi mano, vaya a saber Dios por qué. Igual me dejé, facilota. Estaban mis tíos y primos y la pobre de mi abuela, aún vive la pobre. Si hubiera un Dios le ahorraría esta pena. De cualquier forma, no se enteró de qué pasaba. Luis, mi padrino, me dio el pésame y sé que me vio las pompas por encima del hombro. Siempre ha sido un cerdo, no sé porque papá le confiaba tanto. La iglesia se llenó de “colegas” de los seguros. Hipócritas que vinieron a ver la caída del rey.

La verdad es que me veía bien en el velorio con ese vestido. Eso me distrajo de los recuerdos con papá y de las lágrimas que vienen con ellos. Eso y el medicamento, supongo. ¡Bendita medicina occidental! Je je.

 

3 días después

Ahora escribo por la mañana pues apenas despierto y soñé con él. Nos vimos de frente. Dicen que no puedes ver rostros en los sueños ¡Mentira! Nos miramos y en el trance creí que la vida era el sueño y el sueño real y que mi padre estaba ahí conmigo. Le sonreí y él intentó sonreírme de vuelta. No pudo. Era como si unas manos le taparan la nariz y la boca, pero no había nada, sólo sus facciones temblorosas luchando contra una opresión invisible, su cara poniéndose roja y mojada de sudor. Entonces, desperté. Volví al mundo que él ya no habita. Disfruté ver su cara, pero ahora me pregunto porque estaría sufriendo ¿contra qué lucha?

 

5 días después

Hoy pensaba volver a mi departamento. Quiero cuidar a mamá, pero tampoco quisiera caer en una relación patológica, de esas a las que sólo les falta bañarse juntas para estar completamente locas. El caso es que cambié de opinión, al menos por ahora. Esto fue lo que pasó:

Estábamos en la mesa de la cocina, desayunando ¡Me consiente tanto en casa! Hasta parece arrepentida de los pleitos que tuvimos cuando vivíamos juntas. Hablamos de series de Netflix, de recetas sanas, de si mi prima Cony está embarazada o sólo parece. En fin, de lo que fuera con tal de no tocar el tema y ponernos a llorar. Ella tomaba café negro y chilaquiles, ni le dije nada de su gastritis, pero al rato ya carraspeaba la garganta con mueca de asco. Pues sí. Luego se armó de valor, hasta infló el pecho como una caricatura antes de soltármelo. Que Luis (padrino cerdo) se ha ofrecido a ayudarla ahora que está tan agobiada: a cobrar los seguros de vida, a pagar cualquier deuda pendiente y claro, a mantener la empresa en pie. Qué si no era una monada ese Luis, ofreciéndose a enseñarla a liderar el despacho, era sin duda, un salvador. (El Mesías, murmuré). Siguió bla bla bla y antes de que me diera gastritis a mí también, la interrumpí:

– Te va a robar – le dije.

 Y salí de la cocina para instalarme en casa. Me tranquilizó ver el Scooby sentadote en mi cama, esperando un abrazo estrujador, de los que me limpian de emociones. Más sobre esto al rato.

 

5 días después… continuación

Mi padre era el rey de los seguros, que para mucha gente significará el rey de los mediocres. Para mí era un héroe del día a día; rescatando a los accidentados de las tacañas fauces de aseguradoras multinacionales. Su agencia es la segunda más grande de México y eso que ni tantos empleados tiene. Lo que pasa es que los clientes lo buscan, van con él porque saben que defenderá sus derechos. Perdón, lo buscaban… defendía…

Mi padrino era su mano derecha, Luis, el cerdo. De cualquier forma, jamás le hubiera confiado el despacho, antes me lo dejaría a mí, a pesar de que soy ingeniera. Por eso mis padres tenían un plan de contingencia, que era más bien una excusa para pasar tiempo juntos. Ella se haría cargo de todo en caso de que él faltara. El tema es que el entrenamiento no era serio y ahora mamá está estresada, pero yo confío en que puede sola. Y sola debe hacerlo. 

 

6 días después

Dejé el medicamento. Si me lo sigo tomando no podré ayudar a mamá a hacer papeleos y demás, me deja noqueada. Tiene que hacerse cargo del changarro ASAP, antes de que el Cerdo se involucre donde no le toca.

No quisiera escribir mucho sobre él porque me repugna, pero el Cerdo es alto y grande. Debe pesar más de cien kilos. Mi padre le hacía bromas, en buena onda, claro. Usa un traje café todos los días, debe tener cinco en su closet o es doblemente CCEERRDDOO. Sé que le gusta el futbol americano, los conos de merengue que venden en los altos e ir a misa. Fin de descripción.

 

8 días después

Volví a soñar con papá. Escribo lo que recuerdo pues la imagen se borra por segundo, es una rata que retrocede ante la luz. Había un campo y mi padre, y junto a él, un espantapájaros. Los dos se abrazaban y platicaban, aunque yo veía que el espantapájaros no tenía vida. Papá se acerca, le toma la cara al monigote con las dos manos y le da un beso en el cachete izquierdo. Entonces voltea hacia mí y levanta las cejas como diciendo: ¿Ahora si cachas, niña?

Y creo que empiezo a entender…

Nota: apreté tan fuerte el Scooby esta noche que creo que se descoció una esquina, ahora se le asoma una nubecita blanca que tengo que enmendar.

 

14 días después

No puede ser. No puede ser. No puede ser. No puede ser.

 

15 días después

Ayer fui incapaz de escribirlo. ¿Puede ser posible?

Lugar: mesa de la cocina.

Hora: la cena.

Testigos: yo y nadie más.

Crimen: la mano regordeta de Luis apretando el muslo de mi madre.

Agravante: ella sin inmutarse. No gritó ni hizo cara de asco ni le quitó la mano con rabia.

Conclusión 1: mamá es una puta.

Conclusión 2: algo trama el Cerdo.  

 

16 días después

¿Y si no fue un infarto? No tiene sentido. Papá estaba sano, era fuerte. Tal vez por eso no me la creo, porque no es verdad. Así debe sentir la gente cuando le matan a alguien: incredulidad. Le diré a mamá con cuidado lo que pienso, con mucho cuidado. Ya no sé si es de fiar.

 

18 días después

Le pedí a mamá que le hicieran una autopsia. No le cuesta nada y a mí me dejaría tranquila. Me contestó enojada que si no ando tomando mis medicinas. Que te importa, contesté. No se puede hacer una autopsia, niña, eso sólo pasa en las películas. Aparte ya lo cremamos, estabas ahí. Y pues claro que estaba, y a la vez no. Putas medicinas.

 

19 días después

Estoy convencida, el Cerdo lo mató. Quería quedarse con mamá y con la empresa y con mi casa. Si no lo hizo él entonces se encargó de que alguien lo hiciera, lo que hace más sentido porque es un cobarde. Se la pasa aquí metido el día entero. Poco le falta para traerse sus maletas y llenar el clóset de mi padre con sus anchos trajes cafés. Traté de hablar con ella, pero no entiende razones. Cree que estoy celosa y desequilibrada. Obviamente estoy celosa.

Me enfurecí con esa plática y le arranqué los ojos al Scooby. Ya se los estoy cosiendo, sin problema.

 

21 días después

¿Qué puedo hacer para demostrarle a mi madre que tengo razón? Esta estupidizada, hasta creo posible que esté bajo algún encantamiento. Magia negra.

 

25 días después

Ni modo. Las pruebas que tengo son suficientes para mí, pero distan mucho de ser lo que esperaría un jurado. Pruebas:

1.      El conserje los escuchó discutir a gritos una semana antes de su muerte.

2.      El director de ventas me contó que Luis estaba muy enojado de que el licenciado (papá) le había dado un no rotundo a compartir la dirección del despacho, hacía un par de meses.

3.      Encontré en la oficina de mi padre un plan a futuro para heredar la dirección y por fin poder jubilarse, su idea era dejármela a mí… El Cerdo conocía el Plan.

4.      Esculqué el escritorio de Luis y hallé una foto de mamá. No era reciente.

5.      Están los sueños que he tenido.

6.      Está la mala espina que me da el Cerdo.

 

30 días después

Les mandé una invitación a los dos, iremos a cenar al rancho de una amiga. Cena de familia, dije, de acercamiento. No me queda de otra. Lo hago por mi padre. Lo hago por mamá. Lo hago por mí, por supuesto. Lo duro es que tendré que quemar este cuaderno en el que se combinan dos pulsos seguros y potentes, el mío y el de papá. No puedo dejar rastros. No puedo mirar atrás.

Me llevo a Scooby.

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